miércoles, 23 de octubre de 2013

Religión

La religión consistía en una suerte de sincretismo entre el panteón clásico, los dioses locales y las deidades del antiguo Oriente. Entre las divinidades propias de este período destacan la diosa Tique (Τύχη) y el dios grecoegipcio Serapis (Σέραπις). Asimismo, cobraron gran relevancia los cultos de Isis, Dionisos y Cibeles.
En la mitología griega, Tyche (en su forma latina) o Tique (en su forma castellanizada), a veces también Tyché, Tike y Tiké (en griego Τύχη Týkhē),1 era la personificación del destino y de la fortuna en cuanto diosa que regía la suerte o la prosperidad de una comunidad. Muchas ciudades de la Grecia antigua tenían su propia representación de la diosa coronada con los muros de la ciudad.
Dependiendo de los autores se le atribuían distintas genealogías. Así, algunos la consideraban una de las oceánides, hija de Océano y Tetis, mientras que otros la hacían hija de Afrodita con Hermes, o bien con Zeus.
Tyche podía decidir cuál era la suerte de cualquier mortal, y lo hacía de una forma aleatoria, junto con su ayudante, el dios Pluto. Se le representaba jugando con una pelota, a veces arriba, a veces abajo, como símbolo de la inseguridad de sus decisiones. Por eso nadie debía vanagloriarse de sus riquezas ni dejar de agradecérselo a los dioses, pues esto podía provocar que interviniera la diosa Némesis para ponerle en su sitio. De hecho, Tyche estaba muy relacionada, por sus atributos, con Némesis, y con Agathos Daimon (el espíritu del bien). Su equivalente en la mitología romana era la diosa Fortuna.
No tenía una historia propia, ni se le rendía culto alguno. De hecho, su figura como personaje fue desapareciendo y pasó a ser meramente una abstracción del destino.
Aparecía en muchas monedas acuñadas en la época helenística en los tres siglos anteriores a Cristo, sobre todo en las ciudades ribereñas del Egeo, así como esculpida (Corinto [1]). Dentro de la iconografía hispanorromana un bello ejemplo es la Tyche o Fortuna de Itálica.

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