La mayor parte de las escuelas del siglo IV subsistieron en época helenística. La escuela de Platón continuó la obra filosófica y la Academia sobrevivió hasta el siglo I a. C., recibiendo en distintas etapas distintos nombres.
Academia Antigua:
Su característica es seguir siendo fiel al maestro Platón. Después de este filósofo los directores de la Academia fueron: su sobrino Espeusipo (407–339 a. C.) durante ocho años, su discípulo Jenócrates (c. 395–314 a. C.) que fue director hasta su muerte, Polemón (351–270 a. C.) que estuvo al frente desde el 314 hasta su muerte y el tebano Crates.
Academia Media[editar · editar código]
Se caracteriza por la introducción del escepticismo y sus directores fueron el escéptico Arcesilao de Pitane en Eolia (c. 315–240 a. C.) (fue maestro de Eratóstenes), Carnéades de Cirene (214–129 a. C.) que había estudiado en la propia Academia con Hegesino, Clitómaco de Cartago, filósofo cartaginés discípulo del anterior y Metrodoro de Estratonicea.
Academia Nueva[editar · editar código]
Sus filósofos se centran más en el eclecticismo, abandonando las teorías del escepticismo. Su director fue Filón de Larisa (150–83 a. C.) que departió sus enseñanzas en Roma y tuvo como discípulo a Cicerón sobre quien ejerció una gran influencia; su discípulo Antíoco de Ascalón fue su rival en la dirección de la Academia. Después tuvo lugar el neoplatonismo de Plotino cuyo máximo exponente fue Proclo.
Escuela peripatética:
La escuela de Aristóteles se vio engrandecida con el gran impulso que le dio el orador Arcesilao, fundador de la Academia Nueva. Su doctrina rechazaba el dogmatismo de los estoicos y trataba de demostrar que lo más importante era buscar y descubrir lo más verosímil o probable.
Teofrasto de Éreso (370–287 a. C.), alumno de Aristóteles y colaborador, fue también su sucesor en la escuela peripatética que experimentó un gran desarrollo a partir de su ingreso y colaboración.
Escuela del escepticismo:
El escepticismo se desarrolló en gran medida durante el periodo helenístico aunque no hubo ninguna auténtica figura que lo representase, pero la escuela se mantuvo muy activa aun después de la conquista romana dándose el caso de que sus mejores representantes son de la época imperial: Enesidemo de Cnoso (en Creta), maestro en Alejandría y Sexto Empírico, perteneciente además a la escuela médica empírica.
Escuela del epicureísmo:
Epicuro (341–270) compró en Atenas una casa con huerto o jardín que se convirtió en el lugar de encuentro de sus alumnos, que acabaron llamando al sitio «El Jardín». Uno de los fines que llevó a Epicuro a la utilización de esta sede nueva fue el de oponerse a la influencia de la Academia heredera de las enseñanzas de Platón. El epicureísmo intentaba dar solución al problema de la felicidad. Los epicúreos buscaban la paz consigo mismos para lo que elaboraron un método que pretendía combatir la tristeza, la angustia, el aburrimiento y las preocupaciones inútiles que llegaban a acongojar al ser humano.
Escuela del estoicismo.
Su creador fue Zenón de Citio (335–263), un semita comerciante que optó por dedicarse a la filosofía. Su doctrina se llamó también doctrina del pórtico, stoa en griego, de donde le viene el nombre de estoicismo. Se trataba del Pórtico de Poecile en Atenas, lugar donde se reunían sus discípulos. A su muerte la escuela fue dirigida por Cleantes de Aso (ciudad de la Tróade) y Crisipo de Soli de Solos quienes coordinaron y ordenaron sus teorías. Estos tres filósofos enseñaron lo que después se ha llamado antiguo estoicismo o estoicismo antiguo. En el siglo II se renovaron las teorías con el nombre de estoicismo medio siendo uno de sus mejores representantes Diógenes de Babilonia, nacido en Seleucia del Tigris, seguido por su discípulo Crates de Mallos y después Blosio de Cumas que fue maestro de Tiberio Graco. En la segunda mitad del siglo II a. C. destacan dos grandes pensadores y maestros del estoicismo medio: Panecio de Rodas (180–110 a. C.) y Posidonio de Apamea de Orontes (155–51 a. C.).
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