miércoles, 23 de octubre de 2013

Las ciudades

Los sucesores de Alejandro tuvieron buen cuidado en seguir el espíritu que su gran general les había infundido: helenizar el Oriente y llevar hasta los confines conquistados la civilización griega a la que consideraban la mejor (si no la única) para el hombre. Durante la etapa del griego clásico los grandes centros urbanos fueron llamados polis (Atenas, Siracusa, Corinto), que eran verdaderos Estados independientes. Las nuevas ciudades del mundo helenístico contaban con una autonomía jurídica y financiera, estaban gobernadas por magistrados, pero ya no era el Estado independiente sino que todas ellas dependían de un gobernador nombrado por el rey, llamado epistates. Por otra parte los reyes de los territorios helenísticos participaban personalmente con su fortuna en el embellecimiento y engrandecimiento de muchas de estas ciudades, siendo los principales mecenas de la construcción de edificios públicos o de la reconstrucción o restauración. Todas estas ciudades con su régimen de vida y su política reformada en gran medida favorecieron el auge económico y como consecuencia, el tesoro real.
Aunque en el fondo la política administrativa fue casi la misma en los reinos helenísticos, y el afán de conservar y extender la cultura griega era un lazo de unión, cada reino dotó a sus ciudades de un estilo propio y diferente. No siempre la fundación de estas ciudades partió de la nada. Dentro del concepto fundacional se puede incluir un simple cambio de nombre de una ciudad ya existente (con añadidos y mejoras) o la transformación de un pueblo pequeño indígena en una ciudad próspera.
El trazado de las ciudades era la consecuencia de un estudio bastante serio. Además de la belleza y el sentido práctico se tenían en cuenta muchos más detalles que se conocen en la actualidad gracias a las inscripciones de reglamentos municipales descubiertas en los yacimientos arqueológicos. Se daban normas para la anchura de las calles, para la distancia entre las viviendas, para la construcción de acueductos, recogida de basura, etc.
Ciudades seléucidas:
El primero de los reyes, Seleuco I Nicátor fundó 16 ciudades a las que dio el nombre de Antioquía en recuerdo de su padre llamado Antíoco. Y con otros nombres diversos llegó a fundar hasta 60. Su hijo, Antíoco I Sóter, siguió multiplicando la fundación de ciudades y más tarde, en época de Antíoco IV Epífanes, hubo otro gran impulso de construcción.
La fundación de una ciudad nueva, desde un punto de vista urbanístico, seguía las reglas difundidas por el filósofo y arquitecto griego Hipódamo de Mileto hacia el año 480 a. C. y que aconsejan un proyecto cuadrilátero con calles cortadas en ángulo, con zonas que puedan ocupar los servicios, los edificios oficiales, templos y con otras zonas dedicadas a vivienda. Las mejores ciudades seléucidas son las construidas en Siria y de todas ellas las más conocidas y estudiadas son Antioquía (en la orilla izquierda del río Orontes, navegable hasta el mar) y Apamea, situada más al norte de Antioquía.
En la antigua Mesopotamia surgieron zonas de gran actividad urbanística donde aparecieron Antioquía-Edesa, Antioquía-Nisibis, Dura Europos, Seleucia del Tigris y Babilonia.
Ciudades ptolemaicas:
Alejandría fue la ciudad capital de los ptolomeos y la que más importancia tuvo durante el periodo helenístico. Fundada por el propio Alejandro Magno fue durante muchos siglos la referencia a la grandiosidad y actividad económica así como el gran centro del estudio de las ciencias y de las artes.
Ptolomeo I Sóter fundó Náucratis y Ptolemaida, pero Alejandría siguió siendo la ciudad por excelencia.
Ciudades atálidas:
La capital de los atálidas fue Pérgamo, una ciudad que quiso ser la Atenas de los tiempos clásicos. Tuvo una gran biblioteca y un museo de escultura donde se dice que nació la crítica de arte. Los arquitectos siguieron en Pérgamo las mismas normas de Hipódomo de Mileto, pero el enclave que ofrecían los terrenos hizo que los constructores se lucieran edificando una ciudad totalmente distinta, con la acrópolis en todo lo alto y el perímetro urbano dividido en tres terrazas, cada una con sus templos, que se unían entre sí por una original vía trazada en zigzag y con grandes escaleras.
Los edificios públicos:
Como en épocas anteriores, los edificios públicos fueron un capítulo importante en estas ciudades helenísticas, adaptándolos a la necesidad de los tiempos, pero siguiendo siempre el modelo griego que tanto admiraban.
El ágora :
Se prestó gran atención a este espacio público que en tiempos anteriores se había limitado a ser una simple plaza de mercado. Los pórticos vinieron a configurar este espacio, favoreciendo su aspecto, dándole nueva y mejor prestancia. El ágora se empezó a construir de acuerdo con un plan hipodámico (calles trazadas en ángulo recto), es decir, se acotó un espacio rectangular y porticado en varios de sus lados. Fueron ágoras diseñadas con amplitud, donde se reunía la actividad comercial que podía disfrutar de un espacio suficiente y cómodo. Cada ciudad tenía al menos una, según sus necesidades. En Delos se construyeron varias ágoras en las cercanías del puerto. En Atenas también se modificó este espacio y se embelleció con tres nuevos pórticos, uno de ellos ofrecido a Átalo II.
Los pórtico:
Construcción de pórticos fue una moda que se extendió de manera asombrosa por todas las ciudades. La sensación de magnitud y suntuosidad que ofrecían estas grandes obras hicieron que las ciudades que poseían un pórtico fueran las más bellas y armoniosas. Pero además se consideraban de gran utilidad dando cobijo en las horas de mucho sol o en los días de lluvia. Los pórticos monumentales de las ciudades importantes llamaron enseguida la atención de los romanos cuando tuvieron contacto con ellas en sus conquistas de Oriente. Muchos historiadores y críticos de arte, como José Pijoán, opinan que fue a la vista de estos pórticos cuando los romanos desarrollaron el gusto por el arte griego. Muchas veces se construía un pórtico por el capricho de embellecer un santuario, el rincón de una ciudad o por delimitar un ágora.
Teatros:
Los teatros también se multiplicaron. Se construyeron a la antigua usanza, generalmente adosados a la ladera de una colina o elevación del terreno. En esta época tuvieron una modificación que dio lugar al escenario permanente donde actuaban los actores. Anteriormente éstos se situaban sobre una plataforma que se colocaba en el momento de la actuación delante del proscenio. Uno de los teatros que más información puede dar al respecto es el de Priene del año 150 a. C.
Gimnasios:
Éste fue el complejo arquitectónico más difundido en el mundo helenístico. No hubo ciudad o poblamiento por muy humilde que fuera que no tuviese construido su gimnasio. El gusto por los ejercicios físicos (heredado de los griegos) fue general en este periodo y fue parte de la educación de los jóvenes. Además, en el complejo gimnástico no sólo se realizaban ejercicios físicos sino que se daban enseñanzas diversas, conferencias, y se organizaban lo que hoy se llamaría «actos culturales». Los edificios solían estar rodeados de grandes jardines con bonitos y agradables paseos donde los discípulos escuchaban las charlas de sus maestros filósofos. Tampoco olvidaron el tema religioso, de manera que los gimnasios fueron protegidos y dedicados a un dios o en algunos casos a un héroe como Hermes o Heracles.
Estos centros fueron de una gran ayuda para la educación de los nativos, sobre todo en Asia. Acudían a ellos con gran entusiasmo y deseos de aprender. Llegaron a formar asociaciones que de manera general eran llamadas apo tou gymanasiou ('los que salen del gimnasio').
Los negocios:
El mundo de los comerciantes y de los negocios también tuvo necesidad de enclaves especiales. Se construyeron edificios comparables con las cámaras de comercio y otros menos importantes pero igualmente necesarios como almacenes y despachos. Las excavaciones de Delos han dado abundante información sobre estos edificios, en especial sobre el conjunto de los Posidoneístas de Bertos, actual Beirut, que poseían un importante complejo formado por una lujosa residencia llena de obras de arte, y sobre el otro conjunto de los Negotiatiores itálicos con un ágora particular, tiendas, despachos y demás dependencias. Los romanos lo imitarían en época imperial en Ostia con la Plaza de las corporaciones.

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